José de Jesús Ortiz
Molesto, en la mesa principal, caballito de tequila al lado, el presidente Vicente Fox Quesada, acompañado del gobernador de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos Fraga, lanza una nueva advertencia a Óscar Loredo. “Quiero que esto se destrabe ya”, le espeta al alcalde de Cerro de San Pedro, quien ante la falta de cumplimiento de la empresa Minera San Xavier a diversas condicionantes impuestas para su funcionamiento ha mantenido su negativa a otorgar los permisos municipales.
Obsesivo, en las últimas semanas el presidente Fox ha aumentado la presión al alcalde de apenas 21 años. Por teléfono, le dice en los primeros días de julio de 2004: “hay que autorizar ese proyecto, se ha perdido mucho dinero, estamos perdiendo muchas inversiones por ese problema”.
El 29 de julio, luego de terminar una gira por el altiplano potosino, Fox encabeza en los patios de Palacio de Gobierno una comida con dirigentes empresariales y autoridades locales. Óscar Loredo llega ahí y se sienta en una mesa periférica, en la que se encuentran funcionarios de la alta burocracia del estado. Deja su sombrero bajo la mesa y casi de inmediato un miembro del Estado Mayor se le acerca para decirle que el presidente quiere verlo. Cuando voltea a la mesa principal ya otro militar agrega una silla a la mesa en la que también se encuentra el gobernador y el presidente municipal de la capital potosina, todos con sus esposas encabezadas por Marta Sahagún. Salmón es el plato principal, acompañado de caballitos de tequila y whisqui.
—¿Así que tú eres el famoso oscarito? —le pregunta el presidente.
—Sí, soy yo.
—Óscar, quiero que me destrabes ya ese proyecto. Hay muchos problemas, muchas malas referencias, tenemos a México y a la entidad muy mal ante los ojos de los inversionistas, hay amenazas de que si no se aprueba ese proyecto se van muchos y otros que están por llegar no lo harán.
“Ya me hablaba muy golpeado, muy fuerte, no me lo estaba pidiendo sino exigiendo. El tono en que me lo decía era como ellos acostumbran hablar, con prepotencia, y Marcelo de los Santos igual”, dice Óscar Loredo cinco años después. “Quiero que ya me destrabes esto, yo voy a hablar con el gobernador en estos días y no quiero que me diga que todavía no se autoriza porque va a haber problemas muy fuertes, no para el municipio sino para el país”, son las últimas palabras que recuerda de Vicente Fox.
Poco a poco las presiones ejercidas en los últimos meses empiezan a doblar la voluntad del joven alcalde, hijo de Baltazar Loredo, también presidente municipal de Cerro de San Pedro, quien seis años atrás fue encontrado muerto (“suicidio atípico”, dijeron las autoridades estatales) luego de que denunciara ante el Congreso local la presunta compra ilegal de fincas que realizaba la minera canadiense en el pueblo.
El proyecto millonario de la Minera San Xavier importa demasiado a los gobiernos estatal y federales, obsesos de las inversiones extranjeras. En cambio, parecen importarles muy poco las resistencias que hay en el pueblo. Es finalmente un gobierno de empresarios para empresarios, como proclamó Vicente Fox al inicio de su gobierno.
Óscar Loredo está a punto de doblarse ante las diversas presiones y amenazas, a las que suma también las de Vicente Fox, quien llega a la presidencia de la República con la bandera del cambio y la promesa de enterrar el autoritarismo priista.
—Ya estoy hasta la madre —dice días después de la reunión con Fox.
***
Junio de 2004. La empresa Minera San Xavier, subsidiaria de la canadiense Metallica Resources, se encuentra en la lona: sin permisos municipales para operar, sin autorización de la Secretaría de la Defensa para el uso de explosivos, y con un movimiento opositor que comienza a crecer. También, un tribunal agrario invalida en marzo de ese año los contratos de arrendamiento de tierras ejidales firmados con la empresa por un grupo de presuntos ejidatarios. Por otra vía, en los tribunales federales se encuentra en litigio el permiso principal de impacto ambiental en un juicio que promueven integrantes de la organización no gubernamental Pro San Luis Ecológico.
El panorama no puede ser más adverso para la minera. En marzo de ese año, el ayuntamiento de Cerro de San Pedro acuerda la suspensión de los permisos municipales pues la empresa no ha cumplido completamente con algunas de las condicionantes establecidas en 1999 cuando el Instituto Nacional de Ecología le otorgó la autorización ambiental.
En junio de 2000, el municipio de Cerro de San Pedro le autoriza a la minera los permisos de construcción y funcionamiento, refrendados puntualmente sin dificultad durante los tres años siguientes. Al inicio de la administración municipal que encabeza Óscar Loredo (2003-2006), Minera San Xavier busca un acercamiento para llegar a acuerdos como los había tenido con las anteriores administraciones.
El primer contacto de la minera con el nuevo gobierno municipal se da durante los primeros días de enero de 2004 cuando los directivos de la empresa buscan sin éxito dialogar con el alcalde. De manera deliberada Óscar Loredo pospone la reunión para allegarse mayor información del proyecto. Finalmente, la primera reunión se efectúa el 12 de enero, y en ella participan Fred Lightner y Sergio Briones, principales directivos de la compañía canadiense. Le dicen al alcalde que desean tener una “muy buena relación” con la presidencia municipal, como la ha habido en años anteriores.
—No tengo nada de información del proyecto, les digo. No tengo ni planos ni nada y me dicen que no me preocupe. Al día siguiente me llega una caja con carpetas, legajos, libros, todo. Empezamos a revisar, a repartir información, a ver los planos, topografía. Lo vimos y dijimos está mal en esto y en esto. El problema principal es que no estaban dando cumplimiento a todas las condicionantes, la otra era el pésimo pago en sus propiedades e impuestos al municipio —recuerda Loredo.
—Nosotros tenemos abiertas las puertas de Minera San Xavier y esperamos que el ayuntamiento también nos reciba como nos recibía el anterior —le dice Sergio López, gerente general de la minera.
—Pues vamos a revisar la situación —le responde el alcalde.
Presente en el encuentro, el profesor Carlos López Torres, principal asesor de Óscar Loredo, considera clave ese primer diálogo con los directivos de la minera canadiense y dice que eso marcó de alguna manera el tono que se seguiría en los meses siguientes por parte del ayuntamiento. Los directivos de la minera pensaban que el nuevo gobierno municipal sería como los anteriores: “nosotros empezamos a manejarles que ese ayuntamiento se iba a conducir legalmente y esa fue una de las banderas”.
A esa primera reunión los directivos de la minera llevan el cheque correspondiente al pago de un edificio (el antiguo hospital) rentado desde la administración municipal anterior. De igual manera, se les dice que el cabildo estudiará la situación y en su caso también ratificará o no si se continúa arrendando esa edificio por el cual el ayuntamiento recibe 70 mil pesos anuales. Al revisar el contrato, afirma López Torres, se detecta que también contiene irregularidades, que el acta de cabildo en que supuestamente se había aprobado la renta del edificio no corresponde con la que ellos envían. Ahí empiezan los forcejeos.
El 16 de marzo, en sesión, el ayuntamiento de Cerro de San Pedro vota una resolución central sobre la operación de Minera San Xavier y establece que la empresa no ha cumplido las condicionantes impuestas por el Instituto Nacional de Ecología (INE) en el permiso que le otorgó en 1999 para su funcionamiento, y por tanto no puede operar. La minera carece del permiso para el uso de explosivos necesario para su operación y tampoco ha cumplido con la reubicación de los habitantes del pueblo afectados con su proyecto.
Principalmente, la condicionante 12 de las 100 que impuso el INE exigía a Minera San Xavier que antes de iniciar los trabajos de preparación del sitio y de cualquier actividad del proyecto, debería realizar las gestiones pertinentes para la reubicación de los habitantes de Cerro de San Pedro y la comunidad La Zapatilla, principales afectados con el proyecto minero.
El Cabildo resuelve ese 16 de marzo que dicha condicionante no ha sido cumplida por la empresa y establece: “basta con que uno de los habitantes de Cerro de San Pedro no desee reubicarse en otro lugar y quiera seguir viviendo en su casa para que no se cumpla la condicionante 12, pero además es de resaltar que la gran mayoría de habitantes de Cerro de San Pedro han expresado en forma reiterada no reubicarse y no abandonar sus casa y propiedades, oponiéndose abiertamente al proyecto minero que pretende llevar a cabo Minera San Xavier” (Acta de Cabildo de Cerro de San Pedro, 16 de marzo 2004).
Para el ayuntamiento y los regidores que votan esa propuesta, es suficiente que no se cumpla ese punto central para dejar sin efecto los permisos municipales concedidos a Minera San Xavier: la licencia de funcionamiento y el permiso de construcción, que deben ser refrendados anualmente. Y quedan sin efecto, lo dice el cabildo, hasta en tanto no se cumplan las condicionantes impuestas.
A los directivos de la compañía canadiense el ayuntamiento les advierte que no hagan interpretaciones equívocas pues solamente la autoridad municipal puede autorizar el inicio de la etapa de construcción de la unidad minera, y exige que restituyan el acceso a los caminos vecinales de los “que sin autorización se posesionó” la minera semanas atrás.
La empresa está noqueada. “Ante ese panorama la Minera San Xavier decide agarrar el camino político, sabe que va a ser muy difícil que el gobierno municipal acceda a refrendar los permisos”, comenta Carlos López Torres.
El gobernador Marcelo de los Santos interviene de inmediato, públicamente reprocha la decisión del ayuntamiento y advierte que la compañía minera tiene ya “una inversión muy importante” en Cerro de San Pedro. Es el inicio de su cabildeo a favor de la empresa que se incrementa en las semanas siguientes para quebrar la postura del municipio. .
La guerra ha iniciado. El gobierno municipal, que apenas lleva tres meses de gestión, ha abierto un frente de lucha contra la empresa como ninguno de sus antecesores, una lucha con repercusiones mayúsculas. Toca a la minera mover sus fichas.
*Fragmento del capítulo I del libro La batalla por Cerro de San Pedro. Historias de la resistencia contra una minera canadiense, de José de Jesús Ortiz.