En la tradición del periodismo cultural de San Luis Potosí con sus luces y sombras, el semanario La Ilustración Potosina, editado en 1869-1870 por José Tomás de Cuéllar, José María Flores Verdad y José María Villasana, e impreso por Silverio María Vélez, significó una influencia notable en nuestras letras y artes gráficas al promover, entre los jóvenes potosinos, un cambio en la escritura y artes plásticas: el asumir sus trabajos como una profesión, fuente de ingresos, realización personal y el compromiso de ilustrar a la población con poesía, novelas, relatos costumbristas, la historia local y el conocimiento positivista en aras de la unidad y reconciliación nacional tras la expulsión del invasor francés.
Estos objetivos de La Ilustración Potosina fueron los que enarboló El Renacimiento, dirigido por Ignacio Manuel Altamirano, y en el que colaboró José Tomás de Cuéllar, quien llegó a San Luis Potosí en un exilio por su desafección juarista, su estancia fue efímera y bien aprovechada, entregado a la escritura y a la edición, viajó a los pueblos de Santa María del Río y Real de Catorce, a la cueva de San Cayetano, Guadalcázar; de los que dejó narraciones en ambos impresos; también fue redactor del periódico oficial La Sombra de Zaragoza; y publicó aquí su primera novela, El pecado del siglo.
De Cuéllar usaba el seudónimo de Facundo y practicó casi todos los géneros literarios, se inició como dibujante y pintor, hizo fotografías y fue cadete militar, participó en la defensa del Castillo de Chapultepec contra la invasión gringa, su marca de fuego; Flores Verdad era poeta y traductor, descendiente de un precursor de la Independencia, Francisco Primo de Verdad; y Villasana era litógrafo, dibujante e impresor; pionero de la caricatura en México, crítico feroz del presidente Lerdo de Tejada en El Ahuizote; con sus litografías de La Ilustración Potosina logró reconocimiento y al volverse porfirista se le olvidó.
Publicar un semanario cultural en la capital potosina en esos años de azar para estos tres José, debió ser una experiencia única, sazonada con riesgo político, cuando vieron señales hostiles cerraron la empresa y regresaron a la capital del país. Circularon cuarenta ediciones, del 1 de octubre de 1869 al 9 de julio de 1870, en los repositorios oficiales del San Luis de la Patria brillan por su ausencia, el saqueo ha sido una constante de propios y extraños.